De todos los tipos de piscinas que conocemos, las infinitypool son las que más nos gustan, e imaginamos que a ti también. Por si no sabes a qué nos referimos, hablamos de esas piscinas infinitas que se pierden casi en el cielo o en el mar, sin bordillos ni ningún elemento que separe el agua del horizonte. Ya sabes cuáles son, ¿verdad?
No hay sensación más placentera y de mayor libertad que la de darse un buen chapuzón o un baño relajante en una de estas piscinas. Es una experiencia, sin duda, para todos los sentidos.
No hablamos de una obra fácil de ejecutar. Normalmente, estas piscinas infinitas están situadas en enclaves muy particulares donde el paisaje acompaña, donde hay mar al fondo o una vegetación espectacular. Las parcelas deben estar muy inclinadas. Ello implica que la estructura se tiene que reforzar en función de las características orográficas del terreno y, por otro lado, debe contar con una bomba de agua que sea capaz de volver a meter dentro de la piscina toda el agua que se desborda en su extremo final para incorporarla de nuevo a la piscina.
La fusión con el horizonte es lo que hace que estas piscinas sean tan especiales, por eso suelen estar en enclaves que ya son bellos por sí mismos. Eso es lo que proporciona que los baños sean tan maravillosos y que encontremos tal nivel de relax en ellas.
Hablamos de aquellas que están en plena naturaleza, pero hay otro modelos que ocupan las terrazas superiores de algunos edificios y desde ellas puedes observar el skyline de la ciudad, por ejemplo, o algunos de sus monumentos más singulares. Pero si hablamos de singularidad, no podemos olvidarnos de la piscina del Marina Bay Sands de Singapur.
Este hotel, inaugurado en 2011, tiene tres torres de 55 plantas coronadas por una plataforma exterior de 340 metros de largo y más de 10.000 metros cuadrados de superficie que alberga la piscina infinita más larga del mundo.